terça-feira, 15 de fevereiro de 2011

UN REGALO DE BIENVENIDA


La primera vez que fui al museo del Prado fue una gélida mañana madrileña, con temperaturas negativas y un frío glacial que se clavaba en los huesos.
            Los recuerdos que se agolpen en mi mente de esta primera visita, antes de entrar en el museo,  están relacionados exclusivamente con el frío, un frío inclemente que convertía en un acto hostil el simple hecho de respirar.
            Quizás de alguna forma este ambiente implacable condicionó mi estado de espíritu y a pesar de la alegría que me embargaba por ver con mis propios ojos algunas de las obras que conocía de ver en los libros, subyacía en mí una sensación de desaliento.
            Finalmente entré en el museo, me quité varias camadas de ropa, cogí uno de los planos del museo, intente descifrar aquel laberinto de salas e de pisos y me lancé a la aventura.
            Después de ver aquella secuencia  increíble de grandes genios de la pintura y de muchas de sus  obras maestras, vi  un cuadro que  me impresionó profundamente, el que mas me sobrecogió de todo el museo y que incluso hoy en día puedo decir que es el cuadro que mas me conmovió de todos los que he visto, reconociendo antes de mas nada que este pintor o sus cuadros no eran los que yo anhelaba ver.
            Y este pintor que no estaba entre mis favoritos era el Bosco y este cuadro que a partir de ese día se convirtió para mí, casi en una obsesión es El Jardín de las Delicias.
            Este cuadro es un tríptico y mi primer pensamiento al ver la parte que se sitúa a la izquierda, denominada “El Infierno”  fue  “parece un cuadro de Dalí”, y que perdonen los especialistas si esta idea pueda parecer casi un sacrilegio.

            Pero no es posible que este cuadro se parezca a Dalí porque entre otras cosas fue pintado a finales del siglo XIV, 400 años aproximadamente del nacimiento del famoso pintor catalán.
            Para quién no haya visto nunca el cuadro, como ya fue dicho anteriormente esta compuesto por tres paineles, el primero donde se muestra el paraíso terrenal, el painel central que es mucho mas grande que los laterales y en el que no se bien, si representa el paraíso perdido o un tratado de las cosas que el hombre no puede hacer sino quiere acabar en el último painel, es decir en el infierno.
            Aconsejo vivamente a ver este cuadro y si no es posible en vivo, verlo en algún libro o en Internet, en relación al painel central, estoy seguro que azuzaré vuestra curiosidad al decir que tiene diferentes escenas con nombres tan sugestivos como “la cabalgata de la lujuria en torno a la fuente de la juventud” “Laberinto de la voluptuosidad” o “la fuente del adulterio”.
            Pero a mi lo que me dejó sin palabras y sin resuello fue la parte del infierno, y su sinfín de castigos, sus personajes y escenas algunas sin sentido, casi surrealista, el dolor, los colores oscuros en la distancia…  
En fin, conforma  un todo que provoca en el espectador o por lo menos en mi provocó una sensación de angustia, de desesperación.
 A partir de ese día todo lo que tenga relación con  El Bosco se convirtió en uno de mis temas de interés.
Hace unas semanas, cuando estaba ojeando un libro que tengo de El Bosco, cual fue mi sorpresa cuando me fijé en el nombre del museo donde estaba una de sus obras, “Las Tentaciones de San Antonio”, pues resulta que este museo es el Museo Nacional de Arte Antigua de Lisboa, y resulta que este museo está a menos de 10Km de mi casa.
Este domingo fue al museo y allí vi. El cuadro de “Las tentaciones de Santo Antonio” que sin ser tan sobrecogedor como “El jardín de las Delicias” también es un cuadro formidable donde también aparecen personajes asustadores y donde también se puede apreciar ese ambiente especial, espectral y terrible de este pintor.
Me quedé otra vez extasiado viendo un cuadro de El Bosco
Ir a ver este cuadro…
           

1 comentário:

  1. Entendo antes de mais agradecer e louvar a presente iniciativa de unir duas culturas de tão elevada importância universal como a que constitui essa tão ancestral Ibéria, fruto do cruzamento de tantas outras culturas que imprimiram uma expressão cultural única nestes dois Países, por nós actualmente conhecidos como Portugal e Espanha.
    Seguidamente felicito a presente comunicação, direi mesmo, reflexão de índole quase poética, acerca de tão ilustre representante da pintura do período gótico tardio.
    Com efeito, recentemente tive a oportunidade de vivenciar uma curiosa troca de ideias em que, retorquindo eu em resposta o quanto admirava Bosch, o meu interlocutor retorquir-me “Eu não estou a falar de Bosch, estou a falar de El Bosco”. Aproveito assim, se me permitem, elucidar as ostes quanto a este tema.
    Hieronymus Bosch, pintor e gravador holandês que viveu entre os séculos XV e XVI, também conhecido como Jeroen Bosch, era efectivamente um pseudónimo de Jeroen (ou Jheronimus) van Aeken (Hertogenbosch, 1450/1516). Bosch, primando pelo relato de cenas apoteóticas (sem dúvida influenciado pelos rumores de um Apocalipse próximo, decorrido por volta de 1500), abordou os conceitos católicos de então sobre pecado e tentação, e a eterna guerra entre o Bem e o Mal e os castigos divinos que nos aguardarão aquando do Juízo Final, fazendo quase que uma elocução caracterial dos valores veiculados pela “Santa” Inquisição” (a qual o perseguiu alegando práticas ocultas), recorrendo de forma única, pela utilização de figuras simbólicas e caricaturais, absolutamente originais e até mesmo demasiadamente obscuras para a época.
    Pela excepcionalidade artística e conteúdo fantástico, acredita-se actualmente que as obras de Bosch terão sido a génese do movimento surrealista do passado século XX e influência primordial nos mestres Ernst e Dali.
    Segundo o que é veiculado (porque no que se refere à Arte, há sempre um mundo invisível paralelo), apenas chegaram aos nossos dias cerca de quarenta obras suas, entre a Europa e os Estados Unidos da América, sendo unânime que a melhor e maior colecção para estudo da sua obra se encontra em Madrid, no Museu do Prado.
    Mas porque falo eu de Bosch se o presente blog fala de El Bosco? Porque efectivamente, ao passo que em (quase) toda a Europa, Bosch é Bosch, em Espanha este pintor é conhecido como “El Bosco”.
    Sabe-se que os primeiros críticos de Bosch, pelo menos actualmente conhecidos, foram os espanhóis Guevara e Siguenza. Não obstante, entende-se que a elevada abundância de pinturas de Bosch na Espanha, pátria esta que o adoptou e até o mesmo fez com o seu nome, adaptando-o, é explicada pelo facto de Filipe II de Espanha, I de Portugal, ter coleccionado avidamente as obras do pintor e, como tal, podemos especular, as ter legado a ambas as nações posteriormente, o que pode explicar o aparecimento, entendo eu, da obra “As Tentações de Santo Antão” no Museu Nacional de Arte Antiga, em Lisboa, a qual, dizem, não estar claro como a mesma apareceu em Portugal (para mim parece-me óbvio que D. Filipe I de Portugal se fez acompanhar por uma das suas obras favoritas para, como direi, se sentir em casa e “abençoar” a sua conquista e futuro reinado. Mas isto é apenas uma convicção minha, não é efectivamente o que é historicamente referenciado).
    Espero que esteja desfeita a dúvida quanto ao busílis da questão El Bosco/Bosch e que, sem dúvida, me seja explicada mais tarde a existência de tal tradução...
    À laia de despedida, mais uma vez os meus agradecimentos por esta fantástica intervenção, por este espaço de reflexão provocativa e os meus votos para que o mesmo prevaleça!

    ResponderEliminar